Pequeña historia que escribí como un trabajo de mi facultad, basándome en la clásica canción que compuso Joan Manuel Serrat junto a Augusto Algueró en 1969.
Había una vez en la ciudad
de Córdoba una pareja de jóvenes que se encontraba muy enamorada: Julio y
Penélope. Ella era de altura media, de cabellos oscuros y ojos cafés. El era
alto, con el pelo rubio como el sol y ojos color agua.
Se amaban, y no le daba pena
expresarlo en todo momento y lugar, en la calle, en el parque. Cuando salían a
bailar y cuando se sentaban a estudiar.
Basta con decir, que ni bien
se despertaban cada uno se mandaban un mensaje al celular del otro dándole los
buenos días, procurando hacerlo primero que el otro.
El tiempo pasaba y el amor
de estos jóvenes seguía creciendo día con día. Empezaron a hacer planes de casamiento,
si hasta habían puesto una lista de casamiento en una conocida tienda de
electrodomésticos.
Sin embargo un día de marzo
y con los primeros vientos de otoño, julio recibió una carta de desde Estados
Unidos. El escrito en un principio trajo gran días que lo mejor gran felicidad
al joven, pero luego turbo la mirada al comprender lo que sucedía: la carta era
una beca para estudiar en el extranjero y esto implicaba alejarse de Penélope.
Ambos jóvenes decidieron
tras varios días que lo mejor seria que Julio tomara esta oportunidad y viajara
al país del norte. Ella prometió que esperaría, y el joven partió una semana
antes del invierno.
A pesar de las distancias
ellos continuaban enviándose cartas, mails, mensajes de textos. Su amor seguía
intacto.
Los días se hicieron
semanas, las semanas meses y los meses años. Ya no se escribían con tanta
frecuencia; un mensaje por aquí, una llamada por allá, pero nada mas.
Hasta que un día, Julio dejo
de escribir. Si bien la seguía amando ya no sentía la necesidad de comunicarse
todo el tiempo. Penélope en cambio esperaba ansiosa cada semana al cartero
aunque este por lo general solo trajera boletas de la luz y el agua.
El tiempo pasaba. Las hojas caían
en otoño y florecían los algarrobos en primavera. En los pequeños sitios baldíos
que jugaban cuando novios ahora se erguían imponentes edificios de apartamento.
Ya solo la joven esperaba algo, algo que parecía tan lejano.
Un día lo lejano sucedió.
Penélope recibió una carta, después de 5 años julio estaba listo para volver.
El día deseado llego pronto
y ella esperaba ansiosa en el aeropuerto, tenia puesta la misma ropa que usaba
cuando su amor partió por si el la viera no se fuera a equivocar.
Y se vieron. Ella corrió a
su encuentro. Él la saludo muy cordial con un beso en la mejilla.
Penélope lo miro, sonrío y
le dijo: no eres tú a quien yo espero.
Tantos años pasaron, tantos
días, tantas noches, que el Julio amoroso que ella quería se había quedado en
el norte, este tenia en frente no era mas que una copia de su amor.
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